¿EN QUÉ SE PARECE UN HUMANO Y UNA BANANA?

¿EN QUÉ SE PARECE UN HUMANO Y UNA BANANA?





La respuesta desde el punto de vista genético es muy reveladora. Como especie tenemos mucho más en común con todos los seres vivos de lo que normalmente intuimos. Esto hace que proteger a la vida misma nos mueva desde lo más profundo.

Saber aliarnos con las fuerzas que nos motivan desde lo inconsciente es ahora algo indispensable para cualquier esfuerzo comercial.

Te comparto más sobre la relación genética entre especies en el artículo de la semana.Y recuerda, no vendemos productos ni servicios, sino soluciones a necesidades, en el caso de este artículo necesidades instintivas inconscientes programadas genéticamente.#PsicoMarketing


SOBRE CHIMPANCÉS, HUMANOS Y BANANAS

Segunda Fuerza: Deseos Instintivos

(Deseos inconscientes que nos mueven por supervivencia y reproducción)

*Sobre Genética y autocontrol.

2.5 Sobre chimpancés, humanos y bananas

El código genético es increíblemente interesante, representa el instructivo no solo del ser humano sino de cualquier ser vivo. Lograr identificar cada una de las más de 3 mil millones de bases del ADN y su posición nos ha permitido encontrar las coincidencias entre nosotros mismos y con otras especies.

Resulta que aunque vivimos en una ilusión individualista donde percibimos que cada uno somos únicos y diferentes; la realidad desde el punto de vista genético es que entre Homo Sapiens compartimos de forma idéntica aproximadamente el 99.9% del código.

Y por supuesto que las asombrosas coincidencias no acaban ahí, nuestro genoma es igual al de un chimpancé en un 98%, al de un orangután 97%, al de un ratón 90%, al de un perro 85%, al de un pollo 65% ¡y al de una banana 60%!

Recordemos que toda la vida proviene del mismo ancestro en común, Luca. Somos muchísimo más parecidos entre todas las manifestaciones de la naturaleza de lo que normalmente pensamos. No cabe duda que la fuerza vital nos conecta de formas muy especiales.

Ahora, ese .1% de variación genética que tenemos entre seres humanos hace una importante diferencia. Es lo que nos da unicidad y hace que las posibilidades creativas en cada uno de nosotros se multipliquen. Sobre ese pequeño rango diferencial es que calculamos nuestro parentesco familiar. Por ejemplo, se dice que nuestros genes son 50% de nuestra madre y 50% de nuestro padre. Pero ojo, ese “50%” es la mitad del .1% que nos hace diferentes entre personas.

Hecha esta aclaración entonces podemos visualizar mejor cómo se conforma nuestra propia genética como individuos. Es una cuestión puramente matemática: del .1% aproximado que nos hace diferentes entre humanos obtenemos el 50% de cada uno de nuestros padres, 25% de cada uno de nuestros abuelos, 12.5% de cada uno de nuestros bisabuelos y así sucesivamente. En el caso de gemelos idénticos entonces la relación genética es de 100%.

Aún más importante que conocer esta cuantificación es comprender lo que eso implica en nuestro comportamiento: estamos programados por nuestros genes para proteger a los seres vivos con mayor parentesco genético. El darlo todo por nuestros padres y hermanos es parte de esta ecuación.

Y de nuevo, cuidado con los malentendidos que se han generado con respecto a estos temas. La evidencia es clara en que los seres vivientes tienden a proteger a otros seres con mayor parentesco y no necesariamente a la especie como tal. En otras palabras: la selección natural no procura la conservación de la especie, sino la conservación del gen. Esto es un paradigma bien documentado por el mismo Richard Dawkins.

Para entender esto mejor tenemos el caso de los himenópteros, como las abejas. Estos peculiares grupos de individuos tienen una característica muy especial, entre hermanas comparten mayor parentesco genético (75%) que entre su madre y sus propias hijas. Sucede porque los machos se dan cuando el huevo de la reina no se fecunda, y por lo tanto el código del esperma del papá siempre será el mismo entre hermanas. Esto hace que den prioridad a mantener a su madre produciendo más hermanas en lugar de reproducirse ellas mismas:

“Si eres una hembra himenóptera, la forma más eficiente para propagar tus genes es abstenerte de reproducirte, y hacer que tu madre te provea con hermanas y hermanos reproductores en un ratio de 3:1.” – Richard Dawkins

Y es justo esa la proporción que encontramos en las colonias de abejas. El gen es protegido sobre la especie y sobre el mismo individuo. La conducta kamikaze de las abejas obreras se entiende por el hecho de que son estériles y no dudarán en dar su propia vida por su reina en pro de conservar el gen.Esa es una pequeña muestra de la fuerza del código genético sobre los seres vivos; sin duda un fenómeno titánico que impregna nuestras acciones y pensamientos.

#ArtículoDeLaSemana

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